¿Desde cuándo podríamos decir que se crea el vínculo madre-hijo?

El embarazo conlleva un proceso de cambio en la mujer (también para la pareja y el sistema familiar). Estos cambios se producen no sólo a nivel físico, sino también emocional, relacional…, incluso se ha constatado que se producen modificaciones, estructurales y funcionales, en el cerebro de la mujer. Supone una etapa de redefinición para ella, de observación de sus experiencias relacionales con sus figuras de apego y de proyección de su nuevo rol como madre. Es por ello, que el vínculo madre-hijo surge desde el inicio de la gestación y parece ser que puede llegar a predecir el vínculo de apego que se forjará cuando el bebé nazca.

¿Qué es el vínculo prenatal?

Según Bowlby (1993), el vínculo prenatal es la relación que se establece entre la madre y el hijo desde antes de su nacimiento, en la cual surgen emociones, sentimientos y comportamientos dirigidos al bebé, que implican el comienzo de la interacción materno-filial y que se asocian a las representaciones cognitivas internas relacionadas con la identidad como madre, así como las representaciones que ella genera de su hijo (Grimalt y Heresi, 2012).

Rubin (1975) propuso cuatro tareas que realiza la madre durante la etapa de gestación en relación con la vinculación madre-bebé:

  1. Búsqueda de seguridad para ella y su bebé.
  2. Asegurarse que su bebé sea aceptado por el resto.
  3. Vincularse con el bebé.
  4. Dar de sí misma.

¿Por qué es tan importante crear el vínculo desde la gestación?

Los seres humanos necesitamos vincularnos con otros. Durante el embarazo, es fundamental poder contar con un espacio en el que pensar en el vínculo con su bebé, fomentarlo y, en definitiva, ir construyéndolo. Además, se ha constatado que ese vínculo que se va construyendo desde el inicio de la gestación, se reforzará durante el parto y la lactancia no solo a nivel emocional, sino también cerebral. En un estudio llevado a cabo por Hoekzema y cols. (2016), se concluyó que los cambios físicos en el cerebro de las mujeres durante el embarazo parecían estar implicados en promover el reforzamiento de su Teoría de la Mente, lo cual implicaba fortalecer la capacidad para tener la mente del bebé en mente.

Se han realizado investigaciones respecto al papel que desempeñan las emociones de la mujer durante el embarazo. En una revisión llevada a cabo desde el Imperial College de Londres se concluyó que, si la mujer durante el embarazo presenta elevados niveles de estrés y ansiedad, incrementa la probabilidad de que los hijos padezcan problemas emocionales, cognitivos y/o de conducta, con independencia de las experiencias posteriores del niño o de las emociones implicadas en la relación madre-hijo tras el parto.  También independientemente de si la madre presentaba tras el nacimiento problemas de ansiedad o depresión.

¿Cómo fomentar el vínculo?

Se ha demostrado que desde los 5 meses de gestación aproximadamente, el bebé puede comenzar a percibir sonidos o cambios intensos en la claridad-oscuridad que se generan en el exterior, el estado emocional de la madre, así como las caricias a través del vientre materno. Es normal que muchas mujeres embarazadas comiencen a comunicarse de una forma más efectiva con su bebé a partir del cuarto o quinto mes, cuando se establece el inicio de las interacciones del bebé mediante sus movimientos.

A continuación, se contemplan algunas propuestas para fomentar y fortalecer este vínculo en la etapa prenatal:

  • Acariciar el vientre para relacionarse con el bebé a través del tacto.
  • Hablar, cantar al bebé.
  • Responder con el habla o el tacto a los movimientos del bebé. 

Bibliografía

Bowlby J. (1993). El vínculo afectivo. Barcelona: Paidós.

Grimalt, L., y Heresi, E. (2012). Estilos de apego y representaciones maternas durante el embarazo. Revista chilena de pediatría, 83(3), 239-246.

Hoekzema, E., Barba-Müller, E., Pozzobon, C., Picado, M., Lucco, F., García-García, D., y Ballesteros, A. (2017). Pregnancy leads to long-lasting changes in human brain structure. Nature Neuroscience, 20(2), 287.

Rubin, R. (1975). Maternal tasks in pregnancy. Maternal-Child Nursing Journal, 4(3), 143-153.

Talge, N. M., Neal, C., Glover, V., & Early Stress, Translational Research and Prevention Science Network: Fetal and Neonatal Experience on Child and Adolescent Mental Health. (2007). Antenatal maternal stress and long‐term effects on child neurodevelopment: how and why?. Journal of Child Psychology and Psychiatry, 48(3‐4), 245-261.

Van den Bergh, B. R., Mulder, E. J., Mennes, M., & Glover, V. (2005). Antenatal maternal anxiety and stress and the neurobehavioural development of the fetus and child: links and possible mechanisms. A review. Neuroscience & Biobehavioral Reviews, 29(2), 237-258.

Matilde Loeches

Psicóloga Sanitaria en NB Psicología