Hay una razón por la cual las rabietas son importantes: a menudo son el primer caso de ruptura de la armonía emocional que existe entre los padres y sus hijos. Es común que los padres se desesperen y frustren cuando sus hijos no duermen o cuando tiran la comida al suelo, pero, de alguna manera, todos los padres saben que son cosas normales para los niños de su edad y son capaces de superar estas etapas o momentos difíciles en la crianza de forma positiva. Sin embargo, con las rabietas puede ocurrir algo diferente. 

A partir de los dos años (edad en la que suelen comenzar las rabietas) sucede un cambio importante en la vida de los más pequeños: comienzan a dominar el lenguaje. De alguna manera, muchos padres consideran que el hecho de que el niño pueda construir frases implica que el niño pueda razonar como un adulto, asumiendo que el niño debería ser capaz de hacer muchas de las cosas que hacemos los seres racionales como, por ejemplo:

  • Actuar de manera racional
  • Entender las razones de los adultos
  • Controlar sus emociones

Por qué ocurren las rabietas

Al igual que desaparecen los dientes de leche y salen los definitivos, o algunos niños presentan cólicos, también es normal y esperable que nuestro hijo o hija tenga rabietas, como un indicador de un desarrollo normal y saludable de su cerebro.

El cerebro del niño, a medida que va desarrollándose, tiene áreas distintas que le permiten hacer cosas que antes no. Del mismo modo que cuando comienza a caminar lo hace porque una región llamada “cerebelo” le permite mantener el equilibrio, o el “área de Brocca” le permite comenzar a hablar, la “corteza frontal” es la causante de las rabietas. Éste área permite al niño imaginar cosas en un futuro cercano; por ejemplo, si está en el parque y observa un tobogán, es capaz de imaginarse subiéndose a él y disfrutando de la experiencia. Esto hace que nos sea mucho más complicado convencer al niño de que nos vamos a ir a casa sin poder usar el tobogán.

También le permite poner más energía en conseguir aquello que desean (aunque como padres no consideremos que sean apropiadas para ese momento concreto).

Ambas cosas permiten que el niño acumule “energía mental” en forma de ilusión y voluntad; cuando el niño no es capaz de deshacerse de toda esa energía por aceptar que no podrá conseguir lo que quiere, es cuando aparecen esas rabietas.

Estrategias que SI son eficaces

Explica tus motivos

Explica a tu hijo o hija el por qué de tu negativa. Esto hará que el niño poco a poco desarrolle su capacidad de razonamiento y autocontrol.

Sé empático

Ser empático consiste en reflejar lo que el niño está sintiendo con tus palabras: “Sé que te apetecía mucho que te comprase chuches” “Entiendo que te ponga triste que nos tengamos que ir ya a casa y no podamos seguir jugando en el parque”. Esto ayudará al niño a sentirse comprendido y calmar un poco la situación. Sin embargo, es importante señalar que el momento más adecuado es cuando el niño esté un poco calmado y relajado.

Ayúdale a ser flexible

La falta de perspectiva a largo plazo de los niños puede ser, en muchas ocasiones, la detonante de la rabieta (especialmente en los menores de tres años). Puedes ayudar a tu hijo o hija a pensar a largo plazo dándole alternativas divertidas “Podemos comprar las chuches este fin de semana” “Aunque nos tengamos que ir ya a casa, si quieres, te puedo llevar a caballito”.

Aguanta la culpa

Recuerda que si estás decidiendo que es momento de volver a casa, que no podemos tomar más golosinas o que no podemos tomar bebidas azucaradas para la cena es porque tú, como padre o madre, tienes la responsabilidad de educar. Ejercer esa potestad y poner límites es algo positivo para tus hijos. Recuerda, también, que el hecho de que no vayas a ceder en esta situación concreta no quiere decir que no puedas ofrecer al niño otras alternativas y, sobre todo, tu comprensión, afecto y cariño. Dicho en otras palabras, no dar al niño lo que quiere no está reñido con ser capaces de estar disponibles para calmarlos y abrazarlos. No eres mal padre o mala madre por decir no.

Ten tus brazos disponibles

El niño o niña debe sentir que estás cerca de él y puede abrazarte si lo necesita. Muchos padres niegan el abrazo pensando que es un capricho más o no se lo merecen hasta que no estén tranquilos. La realidad es que este abrazo es una petición para ayudar a regularse.

¿Puedo hacer algo para prevenirlas?

Aunque como ya hemos visto, las rabietas son algo evolutivo y esperable, hay un par de pautas que pueden ayudarte a prevenir que aparezcan algunas rabietas:

Sé firme pero calmado

Establece rutinas claras

Muchas rabietas son ocasionadas por falta de control. Reducir el número de novedades y ofrecer un entorno estructurado suele ayudar mucho.

Termina las rabietas de una forma positiva

El mejor cierre para una rabieta es un abrazo

Prioriza sueño y descanso

Evitad actividades demasiado largas o cansadas

Los padres deben ser ejemplo de autocontrol

Bibliografía: Bilbao, A. (2021). Rabietas paso a paso. Guía práctica para calmar, acompañar y prevenir rabietas.

Lucía Martín González

Psicóloga Sanitaria en NB Psicología