Seguro que, en algún momento, has escuchado decir que alguien (especialmente un bebé o un niño) tiene “ansiedad por separación”, pero ¿qué es realmente la ansiedad por separación?
Antes de profundizar en este concepto, es necesario hacer alusión al apego. Según Bowlby, el padre de la Teoría del Apego, los humanos necesitamos vincularnos con los demás para garantizar nuestra supervivencia y, el primer vínculo de apego que forjamos es con nuestra madre, padre o cuidador principal. Este vínculo afectivo se construye mediante las interacciones físicas, afectivas y emocionales entre el bebé y su figura de apego, de la cual se espera que cubra las necesidades del bebé. El bebé (o el niño) despliega una serie de conductas de apego, cuando lo necesita, encaminadas a buscar protección ante una amenaza presente, asegurando la disponibilidad y accesibilidad tanto física como emocional-afectiva de su cuidador. De esta manera, se va construyendo un estilo de apego que tenderá a ser seguro o inseguro en función de las interacciones y las experiencias con esta figura de apego.
Bowlby sostenía que existen cuatro características que diferencian al apego:
- Mantenimiento de la proximidad: se trata del deseo de estar próximo a aquellas personas con las que se creaba el vínculo.
- Refugio seguro: ese vínculo bebé-cuidador, ese refugio necesario al que acudir para sentir seguridad por parte del bebé en caso de presentarse una amenaza o peligro.
- Base segura desde la que poder explorar el mundo, esto supone que el niño pueda explorar su entorno sintiendo que, si aparece un peligro, puede recurrir a esa figura de apego.
- Angustia por separación.
Por tanto, es esencial que el niño sienta que puede explorar el mundo, a la par que cuenta con esa madre, padre, cuidador al que, gracias al apego, puede acudir en caso de sentir peligro y será protegido por este. De esta forma, el niño irá construyendo su identidad, adquiriendo estrategias de afrontamiento ante situaciones sociales, desarrollando una regulación emocional adaptativa, así como seguridad en sí mismo, entre otras. Esto colaborará a ir adquiriendo mayor autonomía, en definitiva.
El apego se va construyendo de manera gradual. Así, cuando el bebé cumple 6 meses aprox., comienza a mostrar una clara preferencia hacia sus figuras de apego o personas conocidas, rechazando aquellas que le resultan extrañas.
Las situaciones, especialmente en las que sus figuras de apego están ausentes o personas desconocidas comienzan a desencadenar emociones y respuestas en el bebé de miedo y angustia. Es en este momento cuando el concepto ansiedad de separación cobra sentido.
De manera gradual, y con la aparición del lenguaje que colaborará a generar representaciones mentales de la figura de apego, el bebé aprenderá que la separación de la madre, padre o cuidador principal es temporal y solo física, por lo cual emergerá esa capacidad de calmar la ansiedad, ya que anticipará que volverá y que esa figura sigue estando accesible y disponible, aunque no esté en ese momento en el mismo espacio físico.
La ansiedad por separación, por tanto, es una etapa normal en el desarrollo del niño. En caso de que esta ansiedad se mantenga en el tiempo o cause gran malestar, puede ser conveniente consultar con un profesional.
Matilde Loeches
Psicóloga Sanitaria en NB Psicología